Trilogía de San Pablo Chimalpa en 2022

Supe de San Pablo Chimalpa cuando viví en el pueblo de San Miguel Tecamachalco (y me resulta imposible decirlo sin el épico epíteto de lxs Segura Matadamas) «uno de los dieciocho pueblos originarios de Naucalpan de Juárez». Así de inmensa es la Ciudad de México, capaz de contener pueblos enteros; y tan inabarcable que gente como yo, que ha vivido más al centro de la urbe, desconoce por lo general la existencia de esas comunidades y sus tradiciones.

Así que, para descubrir esa zona de la ciudad tuve que irme fuera de ella, al pueblo de Teca, el cual sostiene correspondencia y lazos fraternos con Chimalpa desde hace poco más de noventa años. Es por ello que, durante las fiestas patronales de cada uno, la otra comunidad acude como invitada de honor. Al final del siguiente video, por ejemplo, grabado durante la fiesta patronal de Teca en octubre de 2021, pueden escucharse porras para Chimalpa en reconocimiento a la pirotecnia que obsequiaron para el evento.

Llegué a Teca en noviembre del 2020, pero por la pandemia no tuve oportunidad de conocer Chimalpa sino hasta el 2022. Lo visité por primera vez el 20 de marzo. Acompañé a Mitzi y al grupo que asistió en representación del pueblo de San Miguel Tecamachalco a la develación del mural del panteón; una pintura muy especial que expresa la hermandad entre ambas comunidades. Ese día bebimos pulque. Más tarde nos invitaron carnitas, tequila y mezcal.

Durante la procesión que desfiló de la iglesia al panteón, uno de los compitas de la banda necesitó apoyo para llevar un platillo. Yo me ofrecí con mucho gusto. Marché junto a la banda como si fuese uno de ellos, cosa en realidad chusca. Confianzudo siempre; apenas mi primer contacto y ya me sentía como en casa. Gratitud por siempre para Teca y Chimalpa.

En esos días percibí un entusiasmo efervescente; estábamos a tres semanas de la fiesta patronal. Es probable que festejos similares se hayan desarrollado ininterrumpidamente desde antes de la invasión europea, en aquel mismo lugar y durante las mismas fechas. Como ya dije, a causa de la pandemia, corrían dos años sin celebración. La efervescencia estaba justificada. En el fondo, se trataba de una fiesta por la vida, un reencuentro entre quienes habíamos sobrevivido. No era fortuito ese mural justo en el panteón. Aunque en ese momento no pude ver la magnitud de todo ello.

Aquí algunas imágenes de esa primera visita y el video que da cuenta de la ocasión. Como dato especial, un tío de Mitzi, muy querido en Chimalpa, quien había fallecido recientemente durante la pandemia, quedó inmortalizado en el mural; es el señor de chamarra azul y lentes, el que está justo detrás del caballero con el morral, el de la leyenda «desde 1930». Creo que lleva cargando pirotecnia en el hombro.

Y llegó el primer día de la fiesta de San Pablo Chimalpa. Qué impacto sus fuegos artificiales monumentales. Conservo pocas fotografías de ese día, pero suficiente material audiovisual como para lograr el video que comparto a continuación.

No obstante, lo mejor ocurrió el segundo día de la fiesta; mi testigo es el siguiente video. Me atrevo a decir, como lo dijo Jan en un par de ocasiones: ha sido uno de los mejores días de nuestras vidas.

Como nota especial, esa tarde me cayó agua de lluvia acumulada en una lona que servía de techo. Escena digna de rutina de clown. No quedó registró de aquello, lamentablemente, salvo la memoria que comparto aquí en este texto.

Resulta difícil imaginar que aquel día podría mejorarse. Sin embargo, en sueños, y cuando tenga que recoger mis pasos, volveré a encontrarnos en la fiesta de San Pablo Chimalpa.